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jueves, 13 de noviembre de 2008

"El negocio sigue y continuará"

Un lucrativo negocio que no tiene fin. La inmigración ilegal que sale por vía marítima hacia Canarias sigue sin control y continuará en los próximos años. Esa es al menos la opinión de algunos cooperantes españoles y miembros de ONG que operan en África.Y es que, contrariamente a la visión que se tiene en Europa, la salida de embarcaciones clandestinas no es patrimonio exclusivo de mafias organizadas que ganan miles de euros a costa de muchas vidas humanas. Más bien todo lo contrario.

Según explican desde Cruz Roja en Mauritania, desde hace un par de años "todo el mundo está metido en el negocio de la inmigración", desde policías a pescadores, pasando por jóvenes en paro que tratan de conseguir ingresos "rápidos y fáciles". Esta circunstancia, según apunta Isabel Suárez, de Asamblea de Cooperación Por la Paz (ACPP), provoca que sea muy complicado controlar los flujos de salida, especialmente en zonas como Mauritania o el golfo de Guinea. En ciudades como Nuadibú o La Güera se cuentan por cientos los que esperan conseguir un pasaje para el combate, como muchos denominan la travesía en cayuco hacia el Archipiélago. "Muchos no son mauritanos, sino que llegan de otros países, como Mali, Camerún, Guinea Conakry o Gambia", agregan desde ACPP, una ONG que tiene delegaciones en Senegal, Mauritania, Guinea Bissau, Túnez y Marruecos, entre otros.

"Lo que ha hecho Europa para frenar la inmigración clandestina no funciona", afirman en muchos de los puntos de salida de las expediciones clandestinas que tratan de alcanzar las costas canarias. Desde CEAR confirman esta teoría, y sostienen que "es difícil que acciones como las de Frontex tengan éxito cuando los propios gobiernos de muchos países africanos hacen la vista gorda con la inmigración ilegal".

Pedro Florido, delegado de Cruz Roja Española en Mauritania, reconoce, no obstante, que "ahora salen menos cayucos, pero no es porque haya más vigilancia, sino porque hay una crisis de confianza, como en la economía internacional. Los migrantes temen hacerse estafar y ya no dan su dinero tan fácilmente a los pasadores". Por eso será difícil que se repitan imágenes como las vividas en 2006, cuando diariamente partían decenas de barcazas. Ahora bien, "las salidas de cayucos continuarán", inciden desde la misión católica de Nuadibú. "Siempre hay gente que quiere irse a cualquier precio, y ni siquiera los naufragios o las repatriaciones pueden evitarlo", denotan los cooperantes españoles.

Moustapha Amar, delegado de la Fundación CEAR en África del Oeste, explica a este periódico que buena parte de culpa de esta continua diáspora la tiene la falta de infraestructuras en sectores primarios como la agricultura o la pesca, de la que vive más de la mitad de la población en esta zona del continente negro. A ello se le une la corrupción política e institucional, que en la mayor parte de las ocasiones evita que se canalicen adecuadamente las ayudas al desarrollo. En este sentido, Cruz Roja Española ha tenido que prestar ayuda en los últimos nueve meses a cerca de 4.000 inmigrantes ilegales que trataban de partir desde Mauritania hacia Europa. Más de la mitad fueron detenidos e internados en el centro de retención de Nuadibú, bautizado como el pequeño Guantánamo.

Tras el golpe de Estado militar del 6 de agosto fueron muchos los que aprovecharon el desplazamiento de las tropas hacia el interior del país para zarpar hacia España. Bastaba con dar unos 1.000 euros a los gendarmes de bajo rango para que dejaran salir el cayuco. Tres meses después, la situación ha vuelto a la normalidad y los sobornos son más caros. Las travesías en otoño e invierno suelen ser más largas y complejas, ya que el estado de la mar no es tan bueno como en verano o primavera. Quizá por ello las autoridades españolas temen que haya más víctimas. La Guardia Civil estima que en 2008 llegarán a las Islas por vía marítima 10.000 sin papeles, un millar menos que en 2007. Según el Gobierno, todo un éxito.

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