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domingo, 9 de noviembre de 2008

"Para los que encontramos en alta mar somos una bendición

Llega apresurado porque ha tenido una reunión con sus colegas portugueses, que están estos días en Motril. La conversación comienza con el intento de aclarar una duda:

-Es a usted al que llaman el Teniente Pateras.
José Medina duda, pone ojos de extrañeza y sonríe:
-Pues no sé, es posible. Aunque creo que usted se refiere al teniente Santiago, que estuvo destinado aquí antes de que existiera el Servicio Marítimo. Era un compañero que siempre estaba cuando llegaba una patera. Ahora está destinado en Navarra.

José Medina nació en Santoña y por lo tanto sabe lo que es vivir al lado del mar. Su oficina del Servicio Marítimo, que está en el Puerto de Motril, es modesta pero agradable. Allí se desarrolla la entrevista, teniendo al mar de vista y de fondo las cumbres níveas de Sierra Nevada. «Al menos de malas vistas no nos podemos quejar. Además, estamos a pie de obra», dice con cierta ironía. La mirada del teniente Medina es limpia y franca como un puerto libre de impuestos. Tiene 49 años y una barba en la que los pelos canos van poco a poco ganando terreno. Durante toda la charla está preocupado porque no le describa con demasiada complacencia y quiere que el periodista dirija sus halagos hacia otras todas las personas que trabajan con él.

El periodista le explica que en esta ocasión sólo va a hablar de él, que ya habrá ocasión de hablar del servicio en general.

-Bueno, pero diga que trabajo con gente magnífica. Igual que es estupenda la gente de la Cruz Roja. Reconozco que soy muy exigente y que estoy obsesionado con que se hagan las cosas bien, pero ellos lo entienden.

Guardianes del mar
Explicar en pocas palabras a qué se dedica este hombre, no resulta demasiado difícil: a impedir que llegue a nuestras costas inmigrantes ilegales, pero también a evitar que se suceden dramas humanos en el mar. Ahora se han cumplido 20 años de la llegada de la primera patera con víctimas a nuestro país y nos interesaba saber cómo era su trabajo. El uno de noviembre de 1988, una patera con 23 inmigrantes marroquíes a bordo naufragó en la playa de Los Lances, en Tarifa. Sólo cinco sobrevivieron para contarlo. Otros 18 murieron ahogados. El mar fue devolviendo poco a poco, día tras día, los cadáveres de once de ellos. Para evitar estos dramas, se pusieron en marcha los servicios de salvamento y de vigilancia. El teniente Medina se encargó de montar el Servicio Marítimo en la costa granadina. Fue en 2004. Desde entonces se han contabilizado el intento de entrada de 7.000 inmigrantes.

-¿Cómo vivieron ustedes esa tragedia reciente en la que el mar se tragó la vida de catorce inmigrantes frente a nuestras costas?
-Fue terrible. Sucedió lo se llama una tormenta perfecta. Yo no lo viví directamente, pero sí mis hombres. Los cuerpos que iban en la patera comenzaron a caer al agua con las sacudidas de la embarcación. Pudimos rescatar veinticuatro, pero los restantes desaparecieron en el mar.

-¿Qué rostro tiene un inmigrante cuando ustedes lo encuentra en alta mar?
-Bueno, para la mayoría somos una bendición, sobre todo si han tenido problemas en la travesía. Nosotros le llevamos mantas y agua, algo que agradecen mucho.

-Siempre he tenido curiosidad por saber qué es lo que trae un inmigrante en la patera.
-Principalmente ropa envuelta en plásticos para que no se moje. Alguno acarrea un poco de hachís por si puede venderlo. Y algo de comida: garbanzos 'tostaos' sobre todo.

Crisis
El teniente Medina está convencido de que el problema de la inmigración ilegal siempre existirá, mientras haya esas normas restrictivas de circulación que imponen los países, aunque también piensa que las llegadas masivas de inmigrantes irán desapareciendo con el tiempo.

-Ahora llegan menos. ¿A qué se debe? Pues porque el control cada vez es más fuerte, porque están más concienciados de que es muy peligroso cruzar el mar en una patera masificada y también por la crisis?

-¿No me diga que la crisis también afecta a la inmigración?
-Claro. Es lógico. Ellos ya saben que ahora es mucho más difícil encontrar trabajo en los países europeos. Aún así siempre habrá alguien dispuesto a la aventura, por eso digo que la inmigración ilegal es muy difícil que se erradique definitivamente.

El teniente Medina comprende perfectamente las razones que tienen los inmigrantes para aventurarse en un viaje por alta mar que puede costarles la vida. Él ha estado en esos países de origen de los inmigrantes y los ha visto si hacer nada, con la mirada perdida, esperando el día en que puedan acceder a un mercado laboral que sus patrias les niegan. «Cuando los encontramos en el mar no dan ningún tipo de problemas. Son muy dóciles. La mayoría vienen bien, aunque algunos llegan extenuados y con caras de cansancio». El teniente asegura que en los últimos dos años están han llegado a las costas granadinas más mujeres y niños y más subsaharianos que marroquíes. En sus años de servicio ha comprobado que la inmigración es un drama que cambia constantemente de personajes pero que nunca cambia de argumento: buscar otra tierra para vivir mejor. Y que para entender todo esto hay que ponerse en su piel, aunque sea de otro color.

Publicado en el Diario Ideal de Granada

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