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sábado, 9 de mayo de 2009

Pakistán teme una crisis humanitaria

La crisis humanitaria se cierne sobre la provincia paquistaní Frontera Noroeste. Las autoridades esperan una riada de medio millón de desplazados procedentes del valle del Swat -controlado por los talibán-, tras el colapso de un acuerdo de paz con los insurgentes. Miles de personas han huido desde que el martes militantes talibán tomaran el control de la principal localidad del Swat, Mingora, en cuyos tejados se posicionaron, minando además los puentes y atacando instalaciones de seguridad.

Los insurgentes asediaron una estación eléctrica en la que 46 miembros del personal de seguridad quedaron atrapados la noche del lunes. También se desataron tiroteos esporádicos cerca del campo de aviación de la ciudad, donde un contingente del Ejército y el cuerpo de paramilitares de la frontera tiene su base. Las tropas han lanzado ataques desde las afueras de Mingora y en el cercano distrito de Buner. La violencia coincidió con la llegada a Washington del presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, que tratará con Barack Obama sobre seguridad y ayuda económica.

Mientras, los vecinos de Mingora, aterrorizados, aprovecharon un paréntesis de seis horas en el toque de queda impuesto por el Gobierno para empaquetar sus cosas a toda prisa y escapar. «La mayoría de ellos no tienen nada. Sólo están corriendo para salvar sus vidas», declaraba Zahir Shah, de 49 años, mientras observaba a la gente desplazarse fuera de la ciudad en autobús, coche, e incluso a pie. Decenas de niños paquistaníes de un orfanato en el convulso distrito se vieron atrapados entre el fuego cruzado de las fuerzas de seguridad y los talibán, según la agencia Dpa. «Las vidas de los niños están en peligro. Hasta ahora los talibán no han disparado contra el edificio, pero a veces sucede», señaló Mohammad Ali, director del centro. Más de 150 menores han sido evacuados a un lugar relativamente más seguro, pero otros 80 siguen en la planta baja del edificio junto con algunos empleados del centro.

Seis campos de refugiados

Pronto, la provincia Frontera Noroeste tendrá más de un millón de refugiados, lo que convierte la lucha contra los talibán en una de las mayores crisis humanitarias del mundo. El Alto Comisario de Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, expresó ayer su «profunda preocupación por la seguridad de decenas de miles de civiles desplazados y refugiados en el noroeste de Pakistán». El ministro de Información de la provincia, Mian Iftikhar Husain, aseguró que las autoridades están construyendo seis campos para acomodar a los desplazados, que se añadirán alrededor de medio millón de personas huidas de los combates en el cinturón tribal.

Un nuevo campo, Jalozai, alberga ya a 50.000 personas. Está localizado en un lugar que refugiaba a afganos hasta hace un año, cuando se les dijo que regresaran a sus casas. Los talibán esperan una sangrienta ofensiva del Ejército en los próximos días. Los militantes colocaron explosivos bajo puentes estratégicos y a lo largo de las carreteras que llevan a Mingora. Los vecinos también informaron de la llegada de nuevos combatientes desde otras áreas. «Si no respetan el acuerdo lucharemos», declaró el portavoz talibán en el valle de Swat, Muslim Khan.

7,5 billones de dólares
Los combates hicieron sonar las campanas fúnebres del acuerdo de paz de febrero, bajo el que el Gobierno provincial accedió a las demandas de los insurgentes -liderados por el mulá Fazlullah- para instaurar la sharia (ley islámica) en el valle del Swat.
Lo que está claro es que Washington no llorará el fin del pacto. Zardari pretende recabar allí apoyo para un paquete de ayuda de 7,5 billones de dólares durante cinco años. Antes de la actual ofensiva, funcionarios de la Administración Obama se mostraron muy críticos con Zardari y el Ejército, acusándoles de capitular al aceptar el acuerdo de paz de los talibán.

El portavoz de los insurgentes acusó a Zardari de ser una marioneta de EEUU. Pero la opinión pública se ha vuelto contra los militantes desde que un clérigo pro talibán que contribuyó a negociar el pacto declaró hace dos semanas que la democracia y los tribunales superiores son conceptos «infieles». Ziauddin Yusufzai, profesor de Mingora, comentó que los residentes del Swat habían respaldado la sharia pero estaban desilusionados. «Hay una perspectiva de que los talibán tienen otra agenda. Quieren el poder», dijo, asegurando que él respaldaba la operación militar, pero temía su coste humano.

Publicado en el diario El Mundo
Autor: D. Walsh

Foto: Reuters

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