Estadísticas

Buscar este blog

domingo, 3 de mayo de 2009

Pasión futbolera desde África

Son las cinco y cuarto de la tarde y todavía no han llegado ni la mitad. Habían quedado una hora antes para coger el bus que los llevaría hasta el campo. "Es que éstos van por horario africano", explica entre risas Samba, jugador y entrenador al mismo tiempo. Este senegalés de sonrisa permanente -como casi todos- es el encargado de coordinar un equipo de fútbol formado por inmigrantes africanos. Los jugadores tienen muchas cosas en común: casi todos son senegaleses, han llegado a España en patera y acudieron en busca de apoyo a la ONG coruñesa Equus Zebra. La mayoría rondan los veinte años. No tienen papeles y se dedican a la venta ambulante de cedés y pulseras. Pero hay algo que los une por encima de todo: su pasión por el fútbol.

Cada dos viernes, el equipo se entrena jugando un partido en el colegio Maristas. Sus adversarios son chavales de primero de bachillerato que colaboran como voluntarios en la ONG. Hoy, excepcionalmente, la asociación ha conseguido dinero para alquilar un minibús. Pero no es lo normal. "Casi siempre viajan en bus urbano y eso es un problema, porque la policía se mosquea al ver tantos inmigrantes juntos", asegura Marisa, secretaria de la asociación y responsable del equipo. Cuando por fin se reúnen los quince jugadores, Samba encuentra una explicación más formal para el retraso. "Es que hoy es viernes, y muchos estaban rezando en la mezquita".

Arranca el autobús. El viaje de ida se convierte en una mezcla de lenguas en la que predomina el wolof, idioma oficial de Senegal. Cuatro chicos de Costa de Marfil, Nigeria, Ghana y Camerún charlan en inglés. Para hablar con el resto, utilizan el francés. Pero lo que más se escucha es una frase en español con marcado acento gallego: "Vamos a ganar el partido". Ya en el campo, el equipo contrario lleva más de una hora esperando. Los chavales del colegio están impacientes por empezar a jugar. Los acompaña Marina Ocampo, su profesora de inglés y religión. "Para ellos es una experiencia positiva, están muy comprometidos", asegura, "y además les sirve como entrenamiento porque los otros son mayores que ellos". Y tan mayores. Cuando los de Equus Zebra saltan al campo las diferencias saltan a la vista: el más bajo de ellos le saca dos cabezas a todos los de Maristas.

El árbitro -que es a la vez profesor de biología en el colegio- pita el inicio del partido. "¡Vamos Equus!", grita Samba desde la banda. Entre orden y orden, el míster explica su proyecto deportivo: "Estamos intentando federarnos en alguna liga, pero es muy complicado". El problema no son los papeles. "En Tercera Regional, por ejemplo, sólo piden un pasaporte, y casi todos lo tienen". La falta de dinero es el obstáculo principal. En eso coincide con Víctor Omgbá, presidente de la ONG: "Estamos buscando alguna empresa que nos quiera patrocinar. No necesitamos que nos den un presupuesto, nos llega con que cada uno aporte lo que pueda: uno un autobús, otro las camisetas...". Uno de los principales apoyos con los que cuentan es el de un rostro conocido del deporte coruñés: el padrino del equipo es Jacques Songo'o, ex-portero del Deportivo y vicepresidente de Equus.

El ritmo del partido es intenso. Entre todos los jugadores destaca Ibrahim, un senegalés de 22 años que llegó a A Coruña en 2007. Como casi todos, viajó en patera. En su caso fueron tres días de dura travesía. Y el fútbol le sirvió para adaptarse a su nueva ciudad. Hasta hace poco jugaba en el Atocha, un equipo de Tercera Regional. Pero lo tuvo que dejar. "No me pagaban nada y yo necesito dinero para vivir", explica.

En el descanso el resultado es muy ajustado: los inmigrantes ganan 3-2. Pero en la segunda parte la ventaja se hace más evidente. Los chavales de Maristas están cansados y los de Equus Zebra son incombustibles. "Corremos mucho porque no comemos cerdo", bromea Samba. Llueven los goles hasta alcanzar el 8-3 final. Y decir que el resultado es lo de menos no vale para este partido. Ellos vinieron a ganar e hicieron todo para conseguirlo. Eso sí, jugaron con deportividad y derrocharon alegría: el fútbol les ayuda a sobrellevar una situación vital complicada. Tras el pitido final, los chicos se suben al minibús y el míster hace balance: "Un partidazo", concluye. En la última parada llegan las despedidas. Ahora sólo les queda esperar a que llegue el próximo partido. Porque para ellos la tarde del viernes es, sin duda, la mejor de la semana.

Publicado en el diario El País
Autor: Lucía M. Quiroga
Foto: Gabriel Tizón

No hay comentarios: