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lunes, 25 de enero de 2010

La prostitución de la 'ayuda'

Los partidarios de la eutanasia argumentan de diferentes maneras que en algunas circunstancias (vejez, enfermedad, minusvalía...) la vida carece de sentido, que las pequeñas felicidades que se pueden disfrutar no compensan el sufrimiento que a veces se padece; aunque los argumentos a favor o en contra de la eutanasia son lo de menos, porque habría que contraponer las experiencias de personas en las mismas circunstancias, unas se sentirían desgraciadas y otras felices, ya que la diferente manera de vivir una situación parecida es lo que puede hacer pensar en la manera más humana de reaccionar, y yo no puedo, ni quiero discutir los argumentos a favor de la eutanasia porque me parece que se fundamentan en muchas equivocaciones; pero sí quiero destacar que todo esto tiene bastante que ver con la existencia de una asociación que se autodenomina 'Ayuda a morir dignamente', el contexto tergiversa el significado de "ayuda" ya que la ayuda no puede tener más sentido que mostrar que incluso en las situaciones más dolorosas, la vida humana merece ser vivida, y quien no esté capacitado para entender esto, debe abstenerse de intervenir, porque la eutanasia es una prostitución de la ayuda, ya que el sentido de la vida es algo radical, precisamente, lo que capacita para enfrentarse a los males de una manera digna, que no es, ni mucho menos, quitarse de en medio, porque si cuando desaparece el sujeto que sufre desaparece el sufrimiento hemos perdido, entre tanto, demasiadas cosas, ya que el ser humano que sufre vale mucho más que su sufrimiento, por eso ayudar significa hacer ver que, a pesar de todo, la vida merece ser vivida, claro está, que no cualquier vida, ya que forma parte de la vida buena temer más la mala conciencia que la muerte; pero no el dolor, porque ya algún sabio lo dijo hace muchos años: "Vale más padecer la injusticia que cometerla".
Claro que cuando una sociedad admite la eutanasia renuncia a poner en juego sus mejores energías, porque sólo habrá esperanza mientras haya lugar en nuestra sociedad para los enfermos, los ancianos y los desvalidos.

Por Socorro González Álvarez

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