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jueves, 5 de mayo de 2011

“Déjate fluir”

Si no hubiera sido por ellos quizá ahora todavía estaríamos en el aeropuerto de Denpasar tratando de buscar el hostal en el que nos estamos quedando. Por eso, y por otras muchas razones que no viene al caso contar en este post, para nosotros son desde ahora y para siempre nuestros padres balineses.

Para ellos esta isla no tiene secretos, porque hace ya 25 años desde que la pisaron por primera vez. De aquel lugar mágico e inhóspito, según reconocen, queda muy poco, aunque siempre será mejor que aquella otra isla en la que nacieron. Y es que sus vidas bien podrían dar para un libro entero, porque desde que se conocieron allá por los 60 han ido escribiendo capítulos a cual más apasionante. Su devenir, sin embargo, no ha sido fácil, sobre todo porque decidieron romper con las reglas en una época en la que nadie cuestionaba el sistema, con el único objetivo de ser felices.

Pero a fe que lo consiguieron, y ahora la mayoría de sus amigos reconocen que sus locuras eran en realidad proyectos muy cuerdos propios de dos personas hechas a sí mismas. Así lo entendieron en Holanda, Dinamarca, Inglaterra y ahora Bali, el penúltimo destino de estos dos seres increíbles que amenazan con seguir dando mucha guerra.

“Todo es cuestión de dejarse fluir y convertirte en protagonista y no mero espectador de la película de tu existencia”, me dijo uno de ellos a los dos días de conocernos. “Porque no se trata de ver la vida pasar, sino de meterte dentro y disponer de ella”, continuó explicándome mientras bromeaba en indonesio con una vendedora de fruta del mercado.

“Lo que ha de suceder, sucederá, y basta con esperar a que las cosas vayan transcurriendo como deben hacerlo”. “Todo es cuestión de energía, del sentimiento primigenio que perdimos cuando nos hicimos seres racionales”. Dicho así, parece muy fácil. Lo realmente complicado es llevarlo a la práctica. Ellos lo hicieron, dejaron que la vida fuera fluyendo, y no les fue nada mal. Con trabajo e ilusión consiguieron hacerse un hueco en la compleja sociedad asiática, llena de tabúes y trabas para todo aquel que llega de fuera. Ahora, desde dentro, no sólo en Bali les respetan, también en su Tenerife natal, al que vuelven de vez en cuando para ver en lo que se ha convertido y comerse unas piñas de millo.

Hasta en esto fueron unos adelantados a su tiempo, porque eran y siguen siendo vegetarianos, no sólo ellos, también sus hijos, a los que inculcaron unos valores que muchos cuestionan y muy pocos comprenden. Ello explica una relación basada en la confianza y el respeto mutuo, una complicidad de la que nosotros sólo pudimos disfrutar durante unos días. Porque, como en todo este viaje, nos faltó tiempo para aprender algo más de estos dos hippies de convicción, dos grandes con todas las letras que tienen nombres y apellidos.

Gracias Tomás, gracias Zamora (todavía hoy sigo sin saber tu nombre de pila). Seguiremos intentando fluir, por lo menos el resto de este viaje.



1 comentario:

RAFAEL MOLINA dijo...

Me ha encantado mucho y aún mas conociendo a estas personas que como tu bién dices son extraordinarias.