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viernes, 3 de enero de 2014

El drama que no acaba en el cayuco

En Lampedusa el año ha comenzado como terminó: con la llegada de cientos de personas a bordo de precarias embarcaciones con la que huir del hambre, la guerra y la miseria. La última, una barcaza de 10 metros en la que viajaban a la deriva 233 inmigrantes y que fue rescatada ayer a 80 millas al sur de la isla siciliana. En 2013, el número de personas que intentaron alcanzar las costas italianas se triplicó respecto al año anterior, hasta las 42.777, según datos del Ministerio de Interior italiano. La mayoría de quienes se juegan la vida en el Mediterráneo para buscar un futuro mejor en Europa proceden de Libia, Egipto y Siria, pero también de otros países del norte de África y Oriente Próximo. El conflicto sirio y el endurecimiento de los controles terrestres en la frontera entre Grecia y Turquía, han favorecido sin duda el flujo constante de estas embarcaciones.

Y mientras muchos intentan llegar, la protesta de quienes se encuentran recluidos en los Centros de Internamiento y Expulsión (CIE) en Italia no para. Primero fue una carta al Papa Francisco donde le explicaban las difíciles condiciones en las que vivían. Y ahora es una misiva al presidente de la República, Giorgio Napolitano, donde los sin papeles recluidos en un CIE de Roma piden al veterano político una revisión de la ley de inmigración, la conocida como Bossi-Fini, que les convierte en delincuentes por el simple hecho de ser clandestinos.

"Hemos viajado desde Marruecos a Libia buscando una vida mejor y nos hemos encontrado en medio de una guerra. Hemos afrontado el viaje hacia Italia en busca de fortuna (…) y ahora nos encontramos aquí encerrados sin esperanza", escriben. "Por eso le pedimos que nos ayude a tener una vida normal. Ayúdenos a regularizar nuestra permanencia en Italia", concluyen. Marruecos, Libia, Lampedusa y Roma. Ese es el largo viaje que han tenido que atravesar muchos de los 84 inmigrantes –58 hombres y 26 mujeres– que firman la carta. Hace varias semanas, algunos de quienes escriben la misiva se cosieron la boca para protestar por las difíciles condiciones en las que sobrevivían. Su protesta simbólica consiguió por unos días abrir el debate público respecto a la realidad que se vive en estos centros de internamiento.

En el CIE de Lampedusa, donde todavía permanecen tres de los supervivientes del naufragio del pasado 3 de octubre en el que murieron más de 300 personas, ya han comenzado las primeras investigaciones después de que un video dejara al descubierto los métodos utilizados por la cooperativa encargada del centro: filas de personas desnudas y al aire libre que esperan para ser desinfectadas de la sarna con una manguera. "Prácticas propias de un campo de concentración", declaró la alcaldesa de la isla, Giusi Nicolini, tras ver las imágenes. Su autor, un abogado sirio que estaba recluido en este centro, se encuentra en paradero desconocido desde hace varios días.

Publicado en el diario El Mundo
Autor: Soraya Melguizo
Foto: Reuters

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